Alguna vez te dedique alguna caricia,
algún fragmento de brisa,
algo.
Me dije que nunca volvería a recorrer las tormentas
en círculos.
Me lo dije cien veces. Y te quedabas
en silencio.
A mi mano le falta la aspereza, la crudeza
a mi estómago, infeliz,
le sobra.
Donde voy no hay dedicatorias.
Donde voy no hay dedicatorias.
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