jueves, 31 de marzo de 2011

you don´t know me


Las horas están muertas. No pasan.
Huelen a miseria, a escondite de muertos olvidados.
El codo intenta un giro y la botella cae. Otra vez. Una vez más, la certeza de vacio absoluto: del vacío sin adornos.
Sabemos que somos y que estamos.  O no lo sabemos. Alguien en algún rincón enciende un cigarrillo. No se distingue ni el cigarrillo ni la persona. Solo la incisión del humo en el ambiente. La calle está ajena. El día, afuera, es como cualquier otro. Nada distinto. Las venas laten. La boca apesta.
Estando dormido soñé. No recuerdo que, pero desperté desesperado y lleno de mi sudor. Ya no pude dormir. Hasta que no recuerdo más.
La cadena del baño hace de campana despertador y veo movimiento sísmico. Cuerpos que se levantan que empujan en la impotencia y cuerpos empujados en la inercia.
Sé que alguien saldrá por la puerta maldiciendo. Pero no yo.
Otro día gris. Otra frustración y mis ojos doloridos. Empieza otro día y, para variar, yo sin ganas. Café, horrible, frío y aguado. Rancio de esperar.
No tengo dinero. Nada. No tengo para viajar o comer o fumar. Yo no fumo. Nunca lo hice.
Pienso posibilidades de prestamistas del chiquitaje. Trato de incorporarme y la cabeza me duele y me da vueltas. Quien pudiera vomitar y sacarse la nausea.
Obligo a mi cuerpo a desentenderse y avanzar hacia el baño. Sigo escuchando sonidos de ultratumba dentro del departamento. No sé quiénes pueden ser. No lo recuerdo. No me importa. La puerta del baño está entornada; por la luz de la bisagra veo medio cuerpo tendido abrazado al inodoro. Alguien más parado frente al azulejo se tambalea hipnóticamente. Sigo sin saber quien esta acá. Ya me está empezando a fastidiar.
-          Hola… - le digo a la puerta que se me mueve mientras no puedo quedarme parado y me sostengo de la pared.
-          Hola… - me responde la pared, la puerta, la luz del final del pasillo… alguien dentro del baño.
-          Me prestas cincuenta pesos?
-          Agarrá de mi billetera.  – me dice la voz que no conozco o no recuerdo. Parece de mujer.
Giro rodando por la pared y me dirijo al living. Busco pantalones, billeteras, camisas. No sé que busco.  Me siento en el piso. La alfombra está caliente. Mi entrepierna empieza a transpirar y me tumbo de costado. Alguien sale del baño y veo por mi rabillo pasar un par de piernas. Son de mujer. O por lo menos no le cuelga nada.

-          Tenés cincuenta pesos?
Veo que se detiene y se agacha, como puede. Se tambalea y cae a mi lado con su culo frente a mi cara. Gira sobre él y la alfombra hace un ruido extraño. Ahora veo en el otro extremo su rostro. No es linda, no es joven o ya no lo parece. Sus ojos están idos y los míos me duelen. Me cuesta fijar la vista y verla con claridad.
-          La bi  lletera te dije…
Algo no entiendo: si no sé cual es ni dónde buscarla…
Trato de levantarme y me apoyo en ella. Es flácida, grasienta. Siento su aroma a perfume mezclado con sudor, alcohol y tabaco. Se retuerce como si le doliera donde mi mano. Logro estabilizarme. Me duele todo. Las muñecas, los ojos, la cabeza no deja de latirme como si me fuera a explotar.
Llego a la cama de nuevo. Alguien está también. Cuanta gente vino a mi casa anoche? Quiénes son? Tengo que parar con esto. Al menos un poco. Me siento cansado.
Veo que ella se acerca gateando. No lo hace para seducirme. No puede levantarse. Estoy sentado en una punta de lo poco que queda disponible en mi cama. Debajo de la sabana sucia hay alguien, estoy seguro. Corro un poco la tela y alcanzo a ver un pie. No quiero saber si es de hombre o de mujer. Ahora no. Hoy no. Ya no. Ya llegó hasta mí y como puede (y puede poco y es desagradable) me sonríe. Creo que me conoce. Si solo supiera de donde.  No recuerdo nada. Se apoya entre mis piernas. Sus pechos me rozan y recién me doy cuenta que son muy grandes. Algo me duele en mi sexo. Tendría que volver a dormirme y despertarme en la arena de alguna playa. Espero que haya vodka. Se inclina de un lado al otro. Estoy seguro que cree que me está produciendo algo. Como le explico que quiero sus cincuenta pesos y que se vaya de mi casa. No sé quién es. No me importa. No me importa quién está debajo de mis sabanas sucias. Quiero despertarme en una isla blanca. Que haya cocaína.
-          Me prestas cincuenta pesos?
Levanta la cabeza como puede y trata de mirarme fijo. Fracasa y tose.
-          Veni haceme una despedida…
No entiendo de qué habla. Bah, si entiendo pero no me interesa y me da un poco de repulsa. Como explicarle que no sé quién es, que no me importa quién es. Como explicarle que todo es un gran asco. Que sólo necesito cincuenta pesos para irme de mi departamento. Que no me importa quién queda dentro y que puedan hacer. Cincuenta pesos para poder pedir más dinero. Para endeudarme hasta el infinito… y nunca pagar la deuda. Es inevitable que haga algo más allá de quedarme sentado inerte frente a ella. Necesito cincuenta pesos. Le toco la cabeza con desgano, tratando que no se note. La mía duele como mil demonios y ya me está empezando a poner de mal humor. La sensación de nauseas va y viene sin desaparecer nunca por completo. Ella intenta otra sonrisa y sigue sin conseguirlo. Solo atina a desplomarse contra mi cuerpo dejando su cabeza medio recostada entre mis piernas como si quisiera que la acaricie o algo así. Mi mano está quieta donde la deje. La veo quieta y sé que no va a moverse en lo inmediato. No me interesa hacerlo. Creo que podría llegar a tragarme un café bien negro. Creo que me sacaría de este sopor continuo y aburrido. Intenta lamerme. Me corro. Apunta sus ojos hacia mí y la miro sin mirarla. Me lame nuevamente. No tengo donde correrme. O sí pero es un esfuerzo que no estoy dispuesto a hacer. Necesito cincuenta pesos. Mi entre pierna transpira y el calor de su cabeza y sus pechos me dan más calor. Mi mano sigue inerte. En peso muerto. Alguien desde el baño hace ruidos torpes. Tengo que parar con esto. Ya me aburre y no tengo un centavo. Afuera el día sigue su curso; o lo empieza… o lo termina. No lo sé y no me importa. Necesito cincuenta pesos. Cuanto le debo a Carlos? Y si le vendo la cámara de fotos? María? Me duele el sexo y veo que ella se le acerca. Lo veo, pero casi no lo siento.
Solo me importan los cincuenta pesos e irme de ahí.

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